TEtstas cosas nunca son casuales: a Zapatero le visten, para salir en rueda de prensa, de candidato a las elecciones americanas. Traje azul oscuro, camisa blanca, corbata roja con listas azules. Si yo fuese Moraleda, que no, ni ganas, sacaría a Zapatero más frecuentemente en estas ruedas de prensa en las que exhibe su buena forma física, su mirada azul directa, su verbo tranquilizador. Zapatero convierte las tormentas en suave brisa marina, se trate de las negociaciones con ETA, de espías traidores o de los conflictos entre los medios de comunicación y la Corona.

He asistido a decenas de comparecencias de presidentes del Gobierno como la que el último viernes protagonizó Zapatero en La Moncloa. Me temo que yo era uno de los periodistas más veteranos allá. Así que supongo que Zapatero, a quien importan mucho estas cosas de la edad, me verá como una especie de Neandertal, con la lanza-bolígrafo y el escudo-bloc de notas. Imagino que le divierten las preguntas de los nuevos, urgidos siempre por la actualidad, y las de los viejos, que muchas veces andan con esa retranca que odian los políticos que ejercen el poder.

Pero el Hombre Vestido de Candidato Americano está impasible ante novatos y carcamales: tiene la frase tranquilizadora para toda ocasión, domina la escena como nadie. No le hacemos preguntas verdaderamente incómodas, entre otras cosas porque lo de esta vez era una rueda de prensa y no una entrevista de esas en las que los periodistas repreguntan cuando no se quedan satisfechos con algunas respuestas. Por ejemplo, por qué se autorizó esa extrañísima rueda de prensa del director del CNI. O cómo anda la negociación (por llegar) con ETA. O lo de Navarra, o...

En resumen: que Zapatero no remata, pero mata, las preguntas que se le hacen. Ya no es el encantador de serpientes, pero sí el hombre que te hace dormitar confiado, arrullando que todo va bien. Lo dicho: Moraleda, convence al presidente para que salga más a escena.