Hay un tipo de hombre que no sólo no manda en su casa, sino ni en él mismo. La mujer lo cerca a diario con todo tipo de injurias e imprecaciones. Este tipo de hombres al que yo me refiero, no suele matar a la esposa aunque ganas no le faltan. Ahora con la nueva ley, se pasa el día abandonando la idea:

--No, no la mato. Debiera matarla para que uno de los dos descansara de esta coyunda infeliz, pero sólo me falta que me metan quince años de cárcel.

La mujer por otra parte lo trae y lo lleva con el coche por toda la geografía española:

--Ahora vamos a ver a los nietos a Benidorm y procura estar alegre que después te ven los niños y lloran por esa cara que tienes.

Está dos días en Benidorm y la mujer se pone estupenda:

--Venga, vámonos al Cantábrico...

--¡Pero si nos tenemos que cruzar España entera...!

--He dicho que al Cantábrico, que siempre hay que hacer lo que tú dices. Y otra cosa, ¡hay que ver el tiempo que hace que no me preguntas cómo estoy!

--Ah, pero no estás bien...

--Estoy bien, pero podría estar mejor. Es que no te das cuenta de que me resiento de esta paletilla...

--¿Y cómo te encuentras...?

--¡Y a ti qué te importa...!

A las pocas horas llegan al Cantábrico y suena el móvil...

--Mamá, soy Bea... Que si me podéis llevar al Mar Menor que está allí una amiga mía.

--Paco, al Mar Menor y sin rechistar.

*Escritor