El presidente ha descubierto un nuevo concepto: la "España diversa"; sustituye a la "España plural", que fue el logotipo de la anterior legislatura marcada por las relaciones intensas con unas minorías nacionalistas excitadas y sobredimensionadas. Ahora Rodríguez Zapatero , consciente del deterioro sufrido en las áreas del socialismo que fundamenta su voto en la atracción territorial, ha lanzado la idea de la igualdad de derechos de todos los españoles en una "España fuerte y diversa". Un cambio que no parece ser solamente semántico.

Los alemanes, al término de la Segunda Guerra Mundial, agobiados por el oprobio que les proporcionaba la memoria del nazismo, inventaron el patriotismo constitucional como sustitutivo del que no podían ejercer por complejo con un pasado insoportable. En España el problema no es menor: junto al declive del orgullo nacional en el siglo XIX, la convulsión de la guerra civil y la dictadura motivó una identificación de la patria con el franquismo y la eclosión de los nacionalismos periféricos como una depuración de la idea de nación que resultaba difícilmente soportable en el marco común de todos los españoles. Huérfanos de una identidad compartida, los españoles de la era moderna carecemos de un punto de apoyo para la palanca que permita a España eclosionar en el mundo.

Ese vacío lo estaba ocupando peligrosamente una derecha que reivindicaba España como un refugio de sus tesis conservadoras. Ahora, si la reacción del PSOE se concreta en una nueva formulación alternativa a la centrifugación de España que desean las fuerzas nacionalistas, la cohesión social puede ser el elemento catalizador de un orgullo renovado por el patriotismo constitucional que afirme que la fortaleza de un estado solidario es compatible con la diversidad cultural y política de una España que sólo es necesario homologar en derechos y obligaciones. Esa definición de patriotismo constitucional es imprescindible para que las dimensiones que ha alcanzado España se transformen en vectores de influencia en la política europea y en la proyección transatlántica. ¿Será cierto que el presidente ha diseñado una estrategia para este ambicioso plan?