Soy profesora de Lengua española o castellana. Tengo suerte. Me encanta la lengua, me disloca lo español, me pirra enseñar, me divierten los alumnos, me facilita la vida el horario docente y pese a alguna compañera que resultó comadreja trato con personas sabias. La docencia es mi profesión y la literatura mi pasión. Mi alma de filóloga es especialmente sensible en lo referente a las horas de mi materia. La ya lejana Logse estimó que tres horas de Lengua castellana y Literatura eran suficientes en ESO. La reducción resultó fatal. De dos materias se hizo una y así el mundo mágico de Rodrigo de Vivar, Don Quijote, la Celestina, Olmedo, Fuenteovejuna, Zalamea, Fortunata, Ana Ozores- desapareció en la práctica del horizonte de nuestros alumnos por apreturas del programa. ¿Cuántos tesoros para su mente en formación de poesía, arte, imaginación y talento se borraron de un plumazo en el universo juvenil? Muchos pensamos entonces que se había asestado un golpe mortal a la cultura de los españoles futuros. Nos quedamos solos. Se sucedieron las reformas. Informática, nuevas tecnologías, audiovisual, empresa joven, ciudadanía- No hay horas para tanto. Se rectificó y algunas migajas fueron a Lengua. Algo es algo.

En estos días del Estatut, me pregunto sin complejos cómo se puede considerar lógico que la lengua vehicular de un territorio bilingüe español sea la que hablan en el mundo siete millones de almas por encima de la que hablan cuatrocientos. ¿Cómo es posible que las autoridades -catalanas o no- pretendan que el castellano se enseña convenientemente con 2 horas semanales? Palabras del ministro: "Lo que me importa es que cada centro-organice las enseñanzas de manera que todos los que salgan del centro hablen perfectamente castellano y- catalán, que amen esas lenguas y las utilicen como instrumento de convivencia". "Se va en la orientación de desdramatizar el número de horas". Pues yo digo que el número de horas sí importa. ¿Desdramatizar? Término tibio, ambiguo, eufemístico, cobarde y trágico, señor Gabilondo . Sin ánimo de ofender.