TSti yo hubiera sido político y hubiese tenido que votar a favor o en contra de las corridas de toros en Extremadura me hubiese abstenido, porque aunque estoy en contra del maltrato animal, en el caso de la tauromaquia no lo tengo claro.

No lo tengo claro porque no solo se plantea el sufrimiento de un animal, sino de un animal excepcional que se conoce como tal desde hace tres milenios; que es exclusivo de la Península Ibérica y del sur de Francia -aunque ha sido exportado a Latinoamérica-; que ha originado una cultura que abarca la pintura, la literatura, la música, la danza, el folclore; que significa el sostenimiento económico de muchos hogares: ganaderos, toreros, cuadrillas, mayorales, monosabios, veterinarios, productores de pienso, empresarios de plaza; y sobre todo, porque si desaparecen las corridas, el toro de lidia también corre peligro de desaparecer. ¿Si desaparecen las corridas quién se comprometerá a mantener y cuidar reses en las dehesas? Los seres humanos prescindimos de animales que no nos sirven, y más si generan gastos. La prueba la tenemos con las mulas o con los burros, cada vez quedan menos y seguro que nadie levantará un dedo para impedir su extinción. Terminarán siendo animales de zoológico. ¿Acaso los que piden la prohibición de los toros estarían dispuestos a asumir el mantenimiento de las ganaderías para que prevalezca su existencia sin darle salida comercial? Por otro lado, seguro que serían los primeros en manifestarse en contra de su desaparición como toro de lidia -que no como vistoso y manso cornúpeto expuesto en el zoo-. Somos así de paradójicos.

Votar en contra de las corridas de toros en Extremadura es lo razonable para alguien que se sensibilice con el maltrato animal, siempre que no se tengan en cuenta ´daños colaterales´. Votar en Cataluña es más razonable aún, porque allí no se crían toros de lidia y apenas se celebran corridas. No existen ganaderías. A saber si se hubieran prohibido de haber existido. Eso sí, seguirán comprando toros para colocarles antorchas en los cuernos. Así de paradójico.