La letra del camión, mil y pico euros, más los salarios de los conductores, y sus dietas, y los arreglos, y el taller, y las piezas... y algo de beneficio, ¿o no? Pero no llegan, no ya al beneficio, sino a los pagos fijos de cada mes que no dependen de que el gasóleo esté más alto o más bajo; son los sueldos, las letras, los peajes, las comidas y los alojamientos de los chóferes y los suyos propios, y más... Son autónomos, cooperativistas, pequeños empresarios... Y no llegan y por eso se pusieron de huelga. Y no serían tan pocos porque de repente parecía que no entraban productos en los mercados centrales y había muchas estanterías vacías. No llegan, nos lo decían algunos de los transportistas de huelga en Extremadura, algunos de ellos socios de cooperativas, conductores también y que tienen dos, tres o seis camiones. Aunque ahora los hay que tienen menos, porque tuvieron que vender algún vehículo...

Los que sí llegan (o al menos llegan con más holgura) son algunos de los que rápidamente firmaron los acuerdos con el ministerio al principio, los gigantes y las grandes plataformas, cuyo negocio no es uno sólo; transporte de mercancía por carreteras, sí, pero también logística, transporte marítimo y más servicios; muchos de ellos intermediarios, que subcontratan camiones y conductores; por eso no quieren tarifa única. Y por eso también a gran cantidad de ellos les ha venido estupendamente la rebaja del impuesto de actividades económicas (IAE) al 50 por ciento, porque son de los que tienen facturaciones más altas.

¿No estará ocurriendo en este caso también como suele suceder en este mundo maltrecho (y malhecho) que casi siempre ganan los mismos y pagan los de abajo? El mundo del transporte es otra selva y acaso una vez más todo (o casi todo) corra el riesgo de quedarse en manos de unos pocos, y unos muchos quizás tengan que echar el cierre.

Y sí, algunos se pasaron con el vandalismo (sobre todo en Madrid); y a diario sufrimos (en muchos sentidos) el vandalismo de las grandes compañías petroleras y de los vaivenes de la bolsa y de los mercados financieros. Y si esto provoca que los ciudadanos temamos por el pago de la letra del piso, hay muchos que temen también por el pago de la letra del camión que les da de comer.

Y yo sospecho que hay algo de esta historia que no se nos ha contado, que se nos ha ocultado entre firma y firma y autovías atascadas.

*Periodista.