A medida que pasan los días se pone más en evidencia que el presidente venezolano Hugo Chávez no ha sabido digerir la derrota de su propuesta de modificación de la Constitución, que le hubiera otorgado mayores poderes, entre otros el de presentarse a la reelección indefinidamente.

Si al día siguiente del triunfo de los partidarios del no calificó esa victoria de pírrica, es decir, inútil, lograda con quebranto mayor que el beneficio obtenido con la misma, ayer se descolgó con un nuevo calificativo: la llamó "victoria de mierda".

Decir que es impropio de quien representa a los venezolanos, puesto que ganó la elección presidencial en buena lid, hablar en esos términos sería quedarse corto. No se trata solo de una frase desafortunada, de mal gusto, propia de un hombre de poca educación... no. Es la frase de una persona que desprecia al que disiente, de alguien que no respeta la democracia, que no sabe perder. Y eso es un peligro para una sociedad. Ahora asegura que volverá a someter a referendo su propuesta derrotada, como si el resultado no le valiera. Son pasos muy inquietantes.

La comunidad internacional está viendo con estupor como Chávez se está convirtiendo en un tiburón que amenaza con asfixiar toda discrepancia. Y con hacer pasar a los venezolanos por el aro de su ambición. Si no reconoce el límite que le ha puesto el pueblo soberano, ¿quién será capaz de ponérselo?