Por pedir lo que era mío he sido humillada, engañada e incluso echada por el cocinero de un restaurante-cafetería del Nuevo Cáceres. El día 29 de octubre estrenaba un traje y tuve la mala suerte de que a un camarero se le cayera una botella, se rompiera en mi espalda y se le derramara el líquido, que era zumo. Me manchó el traje nuevo, pero me dijeron que no me preocupara y que correrían ellos con los gastos de la limpieza.

Les llevé el traje y durante semanas he ido a preguntar qué pasaba con él. Siempre me contestaron mentiras: unas veces me decían que no estaba el jefe, otras que me volverían a llamar. Una vez incluso se rieron de mí y casi me echaron la culpa de que me hubiera caído encima la botella.

El 21 de noviembre, tres semanas después del suceso, fui con mi cuñado, y el cocinero nos echó, y encima se negaron a darnos las hojas de reclamaciones. Es la primera vez que se ríen de mí. ¿Por qué portarse así con una señora de 79 años? ¿Les faltaba al respeto por pedir lo que es mío? "Ya está la del traje", decían cuando me veían llegar. Y se reían.

Por la fecha de la factura han estado 20 días sin llevar el traje a limpiar. Les ha debido costar mucho quitarle el zumo, después de tanto tiempo.

Me han traído el traje a los 37 días, el 5 de diciembre, hecho un trapo. Un traje que es de boutique, y que compré en Zaragoza, donde vive mi hijo. Pensaba que me serviría para unos bautizos que tengo próximamente, pero no está para nada. Con todo, lo más doloroso ha sido el engaño y el maltrato.

Que me perdonen los jóvenes que son jefes y respetuosos, porque con ellos no va. Es con los que me han humillado en un restaurante del Nuevo Cáceres.

M. Pilar Guillén Velázquez **

Cáceres