Me llegan noticias de Las Hurdes, en la que permanecí un buen puñado de años y de la que me vine con sabores agridulces. Concretamente, los aires que me vienen son de Riomalo de Abajo, en el concejo de Caminomorisco.

Y cuéntame que han estado más de una semana aislados telefónicamente del mundo. Sólo saben que una avería acalló los hilos del tendido y... ¡a vestirse de paciencia!

En Riomalo de Abajo, la puerta hurdana que se abre hacia la salmantina comarca de la Sierra de Francia, hay algunos hostales, restaurantes y casas rurales. Pero lo más importante es que hay vecinos, muchos ya metidos en eso que han dado en llamar la tercera edad. Y no hay derecho a que a esas personas de carne y huesos se les tenga toda una semana apagados sus teléfonos. ¡Increíble en pleno siglo XXI!

Ocurre también que, en Riomalo, no hay cobertura para los teléfonos móviles. Hartos están de clamar para que les monten, en uno de sus muchos altos y ásperos cerros, la correspondiente antena. Pero son voces que claman en el desierto.

Señores de la compañía Telefónica y magnates de las telefonías móviles: en nuestros pueblos y aldeas, aunque sean demográficamente minúsculos, viven seres humanos. No piensen sólo en sus valores en bolsa y muestren eficiencia y magnanimidad con quienes viven en medio de fragosas sierras.

Félix Barroso Gutiérrez **

Santibáñez el Bajo