El expresidente de Extremadura, Rodríguez Ibarra , ha introducido la negociación con ETA en la campaña electoral. Lo hace sobre una polémica que será servida: la confesión hecha por el presidente del Gobierno de que, en contra de lo que había asegurado en su momento, el Gobierno siguió los contactos con ETA después del atentado de la T-4.

Ibarra propone incorporar en el programa electoral del PSOE la posibilidad de una negociación con ETA en el caso de que la banda decida dejar la violencia con la condición de que el PP esté de acuerdo en iniciar ese procedimiento. Las reflexiones que hace el político socialista sobre su propuesta llevan implícita una crítica al Gobierno de Rodríguez Zapatero : ¿Quiere decir Ibarra que fue un error iniciar una negociación con ETA a la que se oponía el PP?

Personalmente creo que hace mucho tiempo que se perdió el sentido común en la clase política española al abordar el tema del terrorismo. El primer disparate fue la forma en la que el PP utilizó el tema del Gal para derribar al Gobierno socialista. Si había que depurar responsabilidades por hechos inconfesables desde las cloacas del Estado, había que haber elegido el momento y, sobre todo, tenía que haberse hecho con la asepsia con la que un micro cirujano neurológico aborda una operación de mínima invasión. Luego, naturalmente, hay que considerar que es el Gobierno quien tiene la responsabilidad de dirigir la política antiterrorista, como la del resto de las áreas de la gobernación del Estado, pero al mismo tiempo tiene la obligación de encontrar el apoyo de la oposición a sus iniciativas.

Está claro que el PP quiso obstruir la política del Gobierno de la peor manera y de la más desleal: negarle a Zapatero la legitimidad que tuvo Aznar para negociar con ETA. La enmienda de Ibarra tiene incluidas varias polémicas. La primera, la conveniencia de volver a introducir la posibilidad de que se repita el llamado proceso de paz cuando la lucha antiterrorista está dando excelentes resultados. Y, la segunda, pone en el disparadero a Zapatero para que comunique a los ciudadanos lo que piensa de esta cuestión y, en concreto, si puede seguir absteniéndose de decir la verdad o decirla sólo cuando le conviene.