Relatan las crónicas rurales que no ha muchos años, el párroco de un recóndito pueblo de Extremadura sorprendió a sus feligreses rogando al buen Dios para que desaparecieran de la vida pública lo que él consideraba dos nefastos personajes en la historia reciente: Bush e Ibarretxe . Ignoro si le traicionó el subconsciente, qué peregrina asociación de ideas inspiró su súplica o por qué omitió a Chávez y Carod , pero tal como me lo han contado se lo cuento. Hoy comparto el gozo del sacerdote, aunque no creo que la humanidad vaya a ser mejor porque ambos mandamases reposen por fin en su retiro forzoso. ¡Es tan difícil erradicar la semilla de la maldad una vez sembrada! Ahí tenemos a Obama sin poder cerrar Guantánamo por culpa de la herencia envenenada recibida de su antecesor. Quizás haya que restituir los infaustos tribunales militares, quizás haya que posponer la clausura del satánico invento y para pasmo de los que esperábamos que ya no más , la diabólica dinámica de la guerra sigue deparando horrendas matanzas en Afganistán. López no es Obama pero salvando las distancias de sucesor a sucesor, también lo tiene muy difícil porque la herencia envenenada de Ibarretxe es una tierra vasca dividida y llena de rencor. No parece que el laico López que borra del protocolo lo de "ante Dios humillado" vaya a tener fácil el cristiano deseo de "donde haya odio --y es mucho el odio que ha envenenado a los vascos en estos largos años de nacionalismo excluyente-- ponga yo amor". El tiempo dirá si Patxi es capaz de gobernar para todos, (cuando le rechazan la mano tendida y le convocan una huelga casi sin haber aterrizado todavía), "lograr una Euskadi multicolor y plural" y "la deslegitimación social y política de ETA". Hoy por hoy, toca lamentar como españoles que el americano, despedido por imperativo legal, se fuera con señorío, felicitando al adversario y sonriente, mientras nuestro compatriota --mal que le pese-- aunque sólo pendiente de los vascosss y las vascass lo haga con su mocosa, penosa y peligrosa rabieta.