Ahora que por fin se ha confirmado que Patxi López será el nuevo lendakari del País Vasco, sirva esta curiosa y vergonzosa anécdota que me fue contada en los pasados carnavales de Bilbao de los cuales soy jurado desde hace bastantes años. En representación de la revista la Ría del Ocio y del ayuntamiento para ilustrar este artículo:

Sucedió en un batzoki (lugar de reunión de los militantes del PNV) de la Guipúzcoa profunda. Un alto cargo público del PNV daba una charla a los militantes de su partido haciéndoles ver que desde el nacionalismo se debía de asumir con toda normalidad democrática que el PSE no solamente formara parte del Gobierno vasco, sino que incluso llegara a liderarlo, teniendo la lendakaritza. En el coloquio posterior uno de los asistentes pidió la palabra y le espetó al conferenciante: "Oiga, esto que nos acaba de decir es muy duro, porque es como si el dueño de la casa se va por la mañana a trabajar y al volver por la tarde le abre la puerta la criada y le dice: hola soy la nueva ama de la casa". Yo creo que debido a esa concepción patrimonialista, posesiva y privativa que tiene el PNV del espacio público, de las instituciones y del País Vasco en definitiva, la de pensar que Euskadi les pertenece, es lo que produce reacciones tan destempladas y tan fuera de lugar de los cauces democráticos, como las que están llevando Iñigo Urkullu e Ibarretxe , a los cuales les cuesta aceptar que otros a los que no consideran tan vascos como ellos, puedan gobernar el País Vasco. Concretamente Urkullu, actual presidente del PNV ha llegado a calificar de golpe institucional lo que simplemente es la conformación de una mayoría parlamentaria, de acuerdo a los escaños obtenidos por cada partido en las pasadas elecciones vascas. Tratan de confundir a la gente, cuando ellos saben de sobra que las elecciones autonómicas no se convocan para elegir al presidente de la comunidad, sino para formar el parlamento vasco. La elección a lendakari se produce en segundo grado. Los parlamentarios eligen uno entre ellos que será el que consiga en primera votación la mayoría absoluta, o si no en la segunda el mayor número de apoyos. Por eso el órdago lanzado por Ibarretxe de que tiene 80.000 razones más que Patxi para presentar su candidatura, no se sostiene, porque sabe de sobra que para investirse lendakari no valen las razones, sino el apoyo del número suficiente de parlamentarios y que no amenacen de que se trata de un golpe institucional, cuando se trata del mismo sistema democrático que ha permitido hacer gobiernos en Cataluña, en Galicia, en Canarias o en Alava o en Guipúzcoa, donde el PNV es la tercera y segunda fuerza y gracias a los pactos ostenta la presidencia de las diputaciones de ambos territorios históricos. Y aunque hay que reconocer que el PNV fue el partido más votado, incluso se puede admitir que con una diferencia holgada, no es menos cierto que las políticas emprendidas por Ibarretxe, primeramente con su plan soberanista y posteriormente con su intento de referéndum para decidir el derecho de autodeterminación, fueron entre otras cosas las que han permitido que a pesar de haber sido el político más votado el nacionalismo en su conjunto no tenga la mayoría para poder gobernar.

Por lo tanto, que no nos vengan con milongas y se dediquen a hacer una oposición constructiva y responsable y dejen de alarmar a la ciudadanía, con el "Yo o el caos" que la gente ya es bastante mayorcita y lo único que le pide a los políticos es que gestionen bien las parcelas que les han sido encomendadas y punto. Que en EEUU gana Obama , pues no pasa nada; que en el Salvador gana Mauricio Funes , pues no pasa nada; que en Brasil gana Lula pues no pasa nada, y que en el País Vasco gobierna Patxi, pues tampoco pasa nada y aunque la próxima legislatura no será fácil los socialistas vascos se enfrentan a una oportunidad histórica de llevar el cambio a esa comunidad autónoma y no deben desaprovecharla. La ciudadanía vasca ha cerrado un ciclo de políticas frentistas y excluyentes que buscaban la imposición de un modelo de país en el que sobran la mitad de sus ciudadanos, según ellos, por supuesto. Patxi manifestó la semana pasada la voluntad de ser el lendakari de todos los que le han votado y de los que no, y pienso que así debe de ser, y si a los cuatro años los ciudadanos no están de acuerdo con la labor desarrollada por su gobierno, tienen la facultad de retirarle la confianza y mandar de nuevo a Patxi a la oposición y tampoco pasa nada. Son las reglas del juego, y si todos han decidido jugar, pues que jueguen, pero sin hacer trampas.