XExl revuelo generalizado que ha suscitado el debate de la Religión en la escuela, salpica las páginas de los periódicos, se comenta en las tertulias de radio y televisión, se asoma a la red, y no es para menos. El tema de la financiación millonaria de la Iglesia católica española, ha sido durante años ese escándalo consentido en silencio, que torpemente la jerarquía eclesiástica, quizá en una crisis de pánico, acaba de recordar. Si digo 162 millones de euros, quiero decir 26.954.530.000, casi veintisiete mil millones de pesetas , y me refiero tan sólo a la cantidad que el Estado español ha adelantado, en el último ejercicio fiscal, a la Iglesia católica española, libre de impuestos, e independientemente de la partida presupuestaria destinada a las nóminas de los 30.000 profesores de Religión católica, entre la pública y la privada, pagados en concepto de profesores de Primaria, en los colegios, y de Secundaria en los IES, sin realmente serlo, por el doble motivo, de que su materia no está contemplada en el currículo escolar, y de que no acceden al puesto por los procedimientos de concurso-oposición legalmente regulados para este profesorado, como tampoco se atienen a la titulación específica exigida para ellos en la ley.

Estoy hablando de cantidades millonarias, pero he mencionado sólo parte de la prebenda recibida por la jerarquía eclesiástica del Estado español. La Iglesia recibe además, una cantidad superior a 3.600 millones de euros por otros conceptos , y motivos políticos, como subvenciones a la enseñanza privada concertada, entre otros. No quiero entrar en los millones que a todos nos supone mantener el cuerpo de curas castrenses , ni en las suculentas cifras que la Hacienda española viene aportando a las numerosas ONGs directamente dirigidas por la Iglesia católica.

Este orden de cosas se vienen arrastrando desde los acuerdos preconstitucionales firmados en los 70, momento histórico en que, en pleno cambio de régimen, la sociedad española se consideraba mayoritariamente católica. En la actualidad, según las últimas encuestas del CIS sobre religiosidad, el número de españoles indiferentes es del 39%, que sumados a los no practicantes, y a los ateos, hacen un total de un 70% de una población que no hace normal y voluntariamente uso de las instituciones católicas. De hecho sólo un 45% de la población española se declara católica, de los cuales, apenas un 11% pisa la iglesia una vez al año . Algo ha cambiado desde los años 50, en que se declaraban católicos alrededor de un 98% de los españoles. Y ahí es donde nace el escándalo en un país en el que las ayudas para estudios son mínimas, las residencias geriátricas públicas escasas e insuficientes, y la sanidad no cubre servicios tan básicos como un empaste, o como la utilización de gafas, o audífonos. ¿Y hablamos de quiebra de la Seguridad Social, y de problemas para mantener el sistema de pensiones? Pagamos una miseria a las viudas, las pensiones no contributivas son de risa, o de vergüenza, según se mire, las prestaciones por desempleo, han sido paulatinamente reducidas en los últimos 15 años, con diferentes decretazos , la falta de inspectores de trabajo agrava el tema de la siniestralidad laboral, y los funcionarios, tras años de congelación salarial, han visto reducido su poder adquisitivo frente a la inflación y la llegada del euro, hasta convertirse en los nuevos pobres. Y la Iglesia se dedica a organizar con los fondos recibidos por el Estado, excursiones gratis para manifestarse en Madrid, o multitudinarios encuentros, de muy estudiados efectos propagandísticos, a nivel nacional e internacional, como las Jornadas Mundiales de la Juventud, que generosamente subvencionadas se celebran cada tres años en una ciudad distinta, mientras que yo, como tantos otros ciudadanos, me veo negra para pagar el total de la factura de los libros de mis hijas sin ningún tipo de ayuda, y mientras mi vecino tiene que pedir un crédito para costear la matrícula de su hijo en una universidad pública. ¡Un poquito de seriedad! ¿Qué principios mueven a una iglesia a abusar de un país? ¿Qué motivaciones llevan a un gobierno de un país no confesional a mantener los privilegios a una confesión religiosa en detrimento de toda la población?

Los obispos españoles saben que en otros países, como en Francia por ejemplo, han de autofinanciarse, como es lógico, con las aportaciones de sus fieles, como cualquier asociación o partido, y que los colegios religiosos son allí totalmente privados y han de someterse a la normativa estatal sobre admisiones, profesorado y currículo. Tienen muy claro que en España la desaparición de sus privilegios es una pura cuestión de tiempo, pero mientras tanto parecen decididos a arrebañar el plato , aunque tengan para ello, que sumarse a la agresiva lucha mantenida por el Partido Popular contra el Gobierno, ayer contra las bodas de los homosexuales o la utilización de células madre en investigación, hoy contra la LOE, y todo esto sin tomar en consideración la tensión que deliberadamente están generando. Puede que los obispos españoles no hayan calculado que como el aguacero comienza por una gota y acaba en lluvia torrencial, esta insistencia por recalcar esta situación de privilegio, en su bastión español, puede desencadenar un serio y responsable análisis de la situación, que acabe convirtiéndose de una manera u otra en la caída de su Imperio .

*Profesora de Secundaria