Hay una casilla en el acto obligatorio de la declaración de la renta en la que podemos ejercer nuestra libertad. Y, mientras andamos los españoles cumpliendo con nuestro deber, tenemos oportunidad de meditar sobre algunas cuestiones interesantes. Por ejemplo, que el año pasado, de los 19,4 millones de contribuyentes, el 21% decidió que su 0,7 fuera para fines sociales e Iglesia, y un 14,2% eligió darlo solo a la Conferencia Episcopal. Y de que esta ingresa 227 millones a través del IRPF. Y de que frente a los catalanes, que son porcentualmente los menos generosos, los extremeños somos los segundos en aportación con casi un 47%. Del importe asignado, la Conferencia Episcopal destina diferentes cantidades a diferentes partidas. Entre ellas, 0,9% a la retribución de los obispos.

Una ha educado a sus hijos en la fe cristiana, procede de una familia de profundas creencias y sabe que estas proporcionan serenidad y paz, llaman al amor a los demás y acompañan profundamente en los momentos espantosos de la vida, con un consuelo verdadero que se funda en la fe en la eternidad.

Una nunca ha podido soportar el lenguaje ambiguo y meapilas de aquellos obispos, arciprestes o curas que utilizan su magisterio y su pretendida vocación de pastores de almas para sus intereses sectarios. Aramburu en su perfecta novela Patria lo ejemplifica muy bien en ese repugnante cura sicario, blandete y abducido por las fuerzas etarras del mal, de boca apestosa y corazón de hielo, que contribuye con su hipocresía al acoso horrendo al que son sometidas las víctimas.

Una nunca ha podido soportar el carácter melifluo y farisaico de algunos padres de la Iglesia catalanes que, en nombre del diálogo, se manifiestan a favor de una parte solo de sus feligreses, con palabras que en nada contribuyen a la fraternidad y sí a hacer mucho más grande la brecha que los separa.

Así que no piensa contribuir a los gastos de ninguna Conferencia Episcopal que permita a tales obispos «aconsejar» de manera partidista. ¿Derecho al pataleo? Puede. Y satisfactorio. Hacerlo y escribirlo.