Abogada

Han transcurrido veintitrés años hasta que la viuda del guardia civil extremeño asesinado por ETA, Avelino Palma Brioa, ha visto juzgados a dos de los terroristas que asesinaron a su marido. Hasta sentarlos en el banquillo de la sala blindada de la Audiencia Nacional, esta mujer, Manuela Orantos, ha tenido que asistir al sobreseimiento y reapertura, al mismo tiempo, provisional y archivo de las actuaciones en dos ocasiones. Toda una prueba de entereza y confianza en nuestro sistema judicial.

Al final, estos dos miembros de ETA, Ignacio Aracama Mendía e Ismael Arrieta Pérez, han sido condenados a 60 años de reclusión menor y uno de reclusión mayor y a 30 años de reclusión, respectivamente. En este atentado participaron otros cuatro terroristas más, dos han fallecidos; y otros dos, no han sido juzgados aún por esta causa. Parece ser que Arrieta, de profesión sacerdote entonces, fue clave en la cobertura del atentado.

Durante el juicio la ubicación en la sala de las dos viudas propició la protesta de la letrada del terrorista Ismael Arrieta, que consideró que estas dos mujeres ocuparon --al situarlas en el mismo habitáculo en el que se hallaban los miembros del tribunal, representante del ministerio fiscal y letrados-- un lugar privilegiado, respecto a los amigos y familiares de los terroristas.

En la sentencia, el tribunal fue claro: las dos viudas ocuparon ese lugar porque el destinado al público estaba repleto de familiares de los terroristas, y sería una auténtica ignominia intolerable dejarlas fuera de la sala, sin poder siquiera presenciar lo que narraban los testigos, respecto al asesinato de sus esposos.