TRtecuerdo, en los años de mi adolescencia, a un cantante que hacía nuestras delicias con su voz melosa, su francés delicado, su mensaje siempre agridulce:

Adamo. Y aquella canción que repetía: "Con ilusión, castillos levanté./ Los vi caer./ Perdí la fe". Y era entonces, para nosotros, empujando a la vida más que empujados por ella, poco inteligible lo de perder la fe . Sí, levantábamos castillos en el aire, proyectos importantes, sueños incontenibles que manteníamos en pie a pesar de las dificultades, las miserias, los éxodos de entonces.

Luego, con los años, se nos iba abriendo el significado de la segunda parte. Y perdíamos la esperanza. La perdimos tantas veces, arrastrados inconteniblemente por la vida. Fuimos, muchos, dejando atrás proyectos, a pesar de los versos de José Agustín Goytisolo: "No te puedes volver atrás/ porque la vida ya te empuja/ con un aullido interminable, interminable". ¿Cuántos sí se volvieron atrás, se vuelven cada día atrás, porque la vida sin ilusión carece de proyectos, y en ese momento se tira la toalla?

He hablado, hablo con muchas personas que fueron grandes activistas unos años atrás y ahora han ido dejando sus luchas, sus arranques tremendos, sus combates llenos de energía. ¿Cuántos de los que esto lean pueden identificarse con esta posición? Con la edad, cada vez más. Pero hoy, aquí, desde esta tierra nuestra que levanta sus velas, desde este país nuestro que encara nuevos rumbos, desde la nueva Europa que se empeña en una comunidad más solidaridad, hago una llamada más: hay que volver, revolver siempre a la ilusión, tejer nuevos proyectos. Levantar los castillos por mucho que los derrumben vendavales y fieros egoísmos. No, no podemos volver atrás. La vida nos empuja, y hay que construir siempre un mundo radicalmente mejor.

*Historiador y portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Badajoz