Pedagoga

Durante estos días muchos niños viven la ilusión de conocer un nuevo escenario; la escuela. Según Bertalanffi, la familia y la escuela constituyen los dos escenarios en los que todo individuo vive las experiencias más ricas e intensas, pero no las vive solo, las vive en ambiente (contextos que, sepamos, proporcionales).

De aquí que en gran parte dependa de nosotros, padres y profesores, que los sueños e ilusiones no se desvanezcan, dando paso a la frustración, al fracaso, al abandono. Por el contrario, los padres y profesores hemos de hacernos eco de estos sueños, facilitando su realización, respetando siempre las tres notas que según García Hoz definen el concepto de persona; esto es, la singularidad, por la que cada alumno es distinto y hemos de ayudarle a construir su propia identidad, de forma creativa. La autonomía; por la que el alumno tiene capacidad de autorrealización; y apertura, con la que el niño tiene capacidad de comunicarse con los demás y con el medio que le rodea. De aquí la gran responsabilidad de los mayores de crear situaciones (mediante el diálogo) y de aproximarle a contextos, como el arte, la naturaleza o el deporte, que hagan posible unas interacciones ricas y creativas que le den plenitud.

Sería conveniente que durante estos días compartiéramos las ilusiones de nuestros alumnos y reflexionáramos con el poema que en su día escribió Celaya: Educar es lo mismo/que ponerle el motor a una barca./Hay que medir, pesar, equilibrar.../ y poner todo en marcha./Pero para todo eso/uno tiene que llevar en el alma/un poco de marino, un poco de pirata,/un poco de poeta,/y un kilo y medio de paciencia concentrada./Pero es consolador soñar, mientras uno trabaja,/que ese barco (ese niño)/irá muy lejos por el agua./Soñar que ese navío/llevará nuestra carga de palabras/hacia puertos distantes,/hasta islas lejanas.