TUtna vez más Oriente Próximo se tambalea ante la pasividad del mundo entero, que ve como terroristas amparados supuestamente por procesos democráticos campan a sus anchas donde les viene en gana y hacen y deshacen aniquilando a cuantos encuentran a su paso, en nombre de no sé quién y en un claro desafío al mundo árabe, que ante tanta barbarie y provocación algún día estallará en cólera de manera contundente y globalizada, perjudicando como siempre a los más inocentes adjudicatarios del destino de la violencia y la guerra, que algún depravado ha decidido iniciar.

Ya está bien de tanto desafío, de tanta indulgencia y de tanta tolerancia a Israel, y a quienes están detrás de sus acciones. Los ciudadanos no podemos admitir ni justificar, bajo ningún concepto o fórmula, este tipo de situaciones, ni podemos consentir que el Consejo de Seguridad de la ONU haga oídos sordos --una vez más-- ante este conflicto, al que su silencio alimenta de manera constante y enriquece hasta límites que aún desconocemos.

El polvorín ha estallado de nuevo y de sus consecuencias solo hay algo que sabemos con certeza y que es la muerte de personas inocentes cuyo alcance jamás conoceremos y que para nada servirán para detener a quienes, en defensa de la democracia y de los intereses camuflados de algún país, no hacen sino provocar el incremento de grupos y células terroristas por todo el mundo, cuya relación causa-efecto conoce muy bien la ciudad de Madrid y que si no ponemos remedio --de manera global y desde el escenario al que Zapatero denominó Alianza de Civilizaciones-- nos encontraremos con un panorama cada vez más aterrador, y el mundo se convertirá en un apocalipsis constante y cotidiano, algo que por otro lado ya forma parte de la historia reciente del planeta. felipe.sanchez.barbaextremadura.es

*Técnico en Desarrollo Rural