Doctor en Historia

Sostiene un catedrático de la Uex amigo mío que una dosis de imprevisibilidad está inmersa en todos los procesos. Y añado, más en los electorales. Ya lo vimos con los resultados de la última elección a rector. Y seguramente se producirá en las generales de marzo.

Algunos medios afines al todavía gobierno anunciaban hace días, en un intento de crear/difundir opinión, una encuesta donde se avanzaban sus deseos, más que las realidades de la, a su juicio, diferencia de intención de voto. Falta por ver cómo se desarrolla la campaña para analizar si se acercan a esos augurios. De entrada, algo no debe funcionar muy bien cuando la derecha rehuye, oculta y niega el debate con el principal partido de la oposición y, a día de hoy, el más sólido contrincante para obtener la victoria final.

Tampoco parece muy acertada la estrategia de definir, a priori, cuáles son los temas que interesan a los españoles. Así, parecen decirnos que no nos debemos preocupar de asuntos de interés social, de la definición del modelo de Estado, del funcionamiento de la justicia... para centrarnos en los temas meramente económicos, que por otra parte, son prioritarios para todas las fuerzas políticas por recabar votos (acabar con el paro, crecimiento sostenible).

Todo ello nos inclina a pensar que está muy bien movilizar a tu electorado, poner firme a tus medios de comunicación, ocultar o dificultar la información del resto. Pero hasta después del recuento, el partido no se ha terminado. Tenemos que esperar el pronunciamiento de la ciudadanía. Y sería deseable que se hiciera en igualdad de oportunidades, para que los elegidos puedan ostentar su representatividad como muestra del contraste. Y no como conquista de pareceres.