WEwse profesional de la prescripción de sus delitos que se llama Silvio Berlusconi , jefe del Gobierno italiano, ya había pronosticado que no sería condenado por el soborno de un juez que cometió --tal como está técnicamente probado-- hace 19 años. Acertó. Los jueces dicen, como otras veces, que el delito ha prescrito. La justicia, entorpecida por el poder político, llega tarde. Con buenos abogados expertos en malos procedimientos, la prescripción, una garantía legal creada para impedir abusos de los jueces, ha vuelto a ser utilizada para burlarse de ellos. A la luz del día, sabiendo prácticamente todo el mundo la verdad de la denuncia, Il Cavaliere vuelve a evadir el peso de la ley con las mismas maniobras dilatorias que ya le habían librado del castigo en cinco ocasiones anteriores. Artimañas que llegaron hasta modificar una ley para reducir a la categoría jurídica de simple falta la falsedad en documento mercantil.

Ahora, pese a su historial, han vuelto a exonerarle a través de acortarle hasta la mitad el plazo de la prescripción legal por estimar que es un tipo limpio, ya que carece de condenas penales anteriores. Maneja a los medios, maneja a la política italiana y maneja a los tribunales. Una verdadera vergüenza.