WRwosario Arévalo , consejera castellano-manchega de Medio Ambiente, defendió ayer su actuación ante las Cortes autonómicas como responsable política de la prevención y extinción del incendio de Guadalajara. Señaló que, pese a las muertes, se había hecho todo lo posible, administrando correctamente los medios --insuficientes-- de los que se disponía para combatir el fuego. Luego, dolida por la suerte de las víctimas, dimitió. Sólo una investigación futura de los expertos aclarará si la coordinación entre la autonomía y el Gobierno central fue la precisa. Pero hasta entonces sobra la desproporcionada virulencia con que el PP pretende minusvalorar la dimisión de la consejera socialista, en su pretensión de cobrar piezas de mayor relevancia política. Sobran, también, las demás demagogias --Zapatero cobarde por haberse ido a China en viaje oficial, etcétera-- de la derecha, en su esfuerzo por sacar rentabilidad partidista de las víctimas. El PP continúa radicalizando el clima político, buscando que se convierta en descontento social. Ahora reclama ceses e investigaciones, pero no predicó con el ejemplo cuando debía y podía, en los momentos del Prestige y del Yak-42. Pero ha conseguido algo: España es cada vez más desagradable.