Decía un político español del pasado siglo dirigiéndose a los señores diputados: "Hagan ustedes las leyes y dejen para mí los reglamentos".

Ese es el problema ante una ley que nace como desarrollo normativo de la Unión Europea y obligación impuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que firman más de 50 países, entre ellos España, y a su vez da capacidad reglamentaria a las comunidades autónomas.

Nuestra ministra, Elena Salgado , es la primera en reconocer que la ley no es perfecta. Efectivamente, es la opinión generalizada en muchos ámbitos, desde el momento que la prohibición de fumar no es absoluta en todos los lugares públicos.

Surge ahora el reglamento de Madrid --aunque no es el único: en la misma situación están La Rioja, Castilla y León y Valencia--, que el ministerio se ve obligado a recurrir al considerar que no cumple con la ley. También se apoya el tratamiento farmacológico a los fumadores y sin embargo la ley y el propio ministerio no lo consideran oportuno.

No puedo estar de acuerdo con tales normativas autonómicas que amplían en cierta manera las posibilidades de fumar en bares y cafeterías de algunos centros de trabajo, celebraciones, etcétera; pero no es menos cierto que las comunidades --caso de Extremadura y otras--, que no han dictado reglamento alguno se atienen a las directrices informativas de la página web del Ministerio de Sanidad, que permite fumar a criterio de los propietarios de locales: bares, restaurantes y otros lugares de ocio con superficies inferiores a cien metros cuadrados. ¿Alguien me puede indicar en qué parte de la ley se plasma tal concepto? ¿O es una simple interpretación interesada?

XNO ESx de extrañar que hace unos días el Periódico Extremadura nos informaba de la reunión mantenida entre responsables sanitarios y hosteleros, preocupados éstos por la aplicación de la ley; una preocupación lógica, ante la posible repercusión económica de las diferentes formas de aplicación de la ley y los reglamentos de las comunidades.

Abundando en otra noticia, hace pocos días nuestro consejero de Sanidad y Consumo, a su vez candidato a la presidencia de la Junta de Extremadura, recordaba en Jaraíz de la Vera su compromiso de "luchar por el cultivo del tabaco, ya que su postura no es incompatible y además se va a seguir fumando". Creía yo que la oferta de cultivos alternativos estaba en el programa político del candidato.

Lo cierto y evidente es que el tabaco, la droga que más repercusión negativa tiene en la salud --enfermedades del corazón, cáncer de pulmón, bronquitis crónica y la causante de la mayor mortalidad demostrada--, es legal y su regulación obligada, aunque por lo visto sea para no cumplirla o favorecer su cumplimiento.

Da la impresión del vale todo con tal de obtener un puñado de votos.

*Médico