Historiador

Sales por la calle, recibes un mail, lees en una carta al Director de EL PERIODICO, escuchas en tertulias... y te encuentras con que la gente te dice, opina o escribe sobre la impoluta condición subjetiva del que se pronuncia.

Sin embargo, creo que el problema que surge cuando alguien acusa a otro de estar mediatizado por su ideología, de esconderse en parapetos de partidos o colectivos sociales, estriba en que no se explicita con claridad la militancia del que sugiere cualquier iniciativa.

Así, y a modo de ejemplo, nadie debería dudar de la defensa de mis principios socialistas, cuando yo mismo estoy orgulloso de que se me etiquete bajo esas centenarias siglas. Nadie podría acusarme de falta de imparcialidad cuando he elegido (y pregonado) libremente mi condición militante. Por consiguiente lo propio sería que se me pudiera responder con las mismas armas desde diferentes ópticas si se precia. No que te digan se te ve el plumero , siendo ejemplar la visualización de mi procedencia.

Lo que parece no caer bien a algunos es que se tenga, como en el deporte, pasión por tus colores. Hagas una defensa, a veces incluso con serios esfuerzos, de las actuaciones de tu equipo, no critiques como quisieran tus adversarios en público al entrenador o antepongas la solidaridad de tus raíces al interés de lo ajeno. A muchos les gustaría que uno fuera más duro con los suyos. Disfrutarían viendo a la familia reñida.

Al pueblo dividido. Al equipo en segunda. Y eso a mí me cuesta. Por esa razón apoyaré a los que se identifican y sabes de dónde vienen y puedes adivinar a dónde van. Y combatiré a los que, cual veleta o junco, se mueven al compás de las condiciones.