El portavoz de ERC, Joan Tardà, celebra hoy la Diada con cierta independencia respecto de los independentistas, sus prójimos. El motivo es que él no se considera un «independentista estúpido», como sí lo sería, por ejemplo, Quim Torra, presidente en funciones de la Generalitat, que pretende que la independencia se imponga de forma unilateral. Así opina Tardà: «Si hay algún independentista estúpido que cree que puede imponer la independencia sin tener en cuenta al 50% de catalanes que no lo son, es evidente que está equivocado». Paréntesis: existe el «independentista estúpido», contra quienes pensaban que tal expresión era un pleonasmo.

La novedad es que el independentista Tardà reconozca que hay un 50% de catalanes que no son independentistas. Debe de ser el primero. Hasta ahora, lo común era razonar que esos catalanes no eran en realidad catalanes. Claro que la razón del reconocimiento es que Tardà quiere reconducirlos hacia el independentismo mediante «un referéndum en que ambas partes se sientan interpeladas». Tardà, desde que tiene escaño en el Congreso, no solo ha mejorado su castellano sino también sus ideas, parece. A ver si es que Madrid...

Una prueba más de la independencia con que Tardà celebra hoy la Diada es que reconoce también que no le gustan los lazos amarillos, contrariamente a sus prójimos, que van a lucir incluso camisetas de color coral fluorescente en homenaje al color de las bridas que sellaban las urnas del 1-O. «No me gusta ver lazos en los balcones de los ayuntamientos», dice. Y por un motivo: por ser «fruto de una anomalía», si bien una anomalía que es resultado de otra, claro: la anomalía de que «en una sociedad democrática haya presos políticos y exiliados».

En fin, Tardà es un independista independiente por no ser un independentista estúpido, pero no por eso va a renunciar a la independencia. Ni a la estupidez. Según su lógica, si los independentistas no pueden imponer la independencia al 50% de catalanes que no son independentistas, tampoco los catalanes que no son independentistas pueden imponer su decisión al 50% de independentistas. ¿Entonces?