Escritor

Todos los indigentes tienen un perro. Obsérvenlos y lo confirmarán. Y no sólo los indigentes. Nuestro gran observador, Buenadicha, asegura también que no puedes ser un buen consumidor de Womad si no tienes un perro tan mugriento y pringoso como el propio cantante. Y es que el perro se adapta a todo: a lo bueno y a lo malo. El perro es un ser humano perfecto y el hombre al final se adapta al mismísimo infierno, e incluso termina por idealizarlo. Bush ha idealizado a Bagdad y Aznar igual. Aznar idealiza todo lo que no tenga relación con Zapatero. Idealiza Gescartera, idealiza la guerra, el chapapote, en fin, todo, pero ve a Zapatero y es como si viera al propio demonio. No tiene liderazgo, que es una palabra muy cercana o peor que "autoridismo", que yo me la he inventado y deviene de autoridad y autoritarismo. ¿Por qué ese odio racial y cainita cuando a Zapatero sólo le falta un perro para parecer un indigente? Y es que lo que más rechaza la derecha tradicional, la que deviene de la guerra civil, es la indigencia. Por varias razones. Porque tiene mala conciencia. Un pobre te pide una limosna, pero masculla las palabras. Con un rico puedes tener un ajuste de cuentas, pero la economía de mercado inventó una palabra mágica que es "dividendo", y todo es cuestión de ponerse de acuerdo en los dividendos. Con un indigente esto no es posible porque te ladra el perro.

El CD Badajoz está entre los indigentes, pero sin perrito que te ladre y encima con la teoría de hacerlo desaparecer durante cinco años para ver de olvidar a Barradas, que viene de Barrabás. Yo eso lo entiendo, porque si Gardel decía que veinte años no son nada, cinco ni te cuento. Con cinco años vuelves a poner flores en Sinforiano Madroñero y te sale la cosa por nada. Pero esto de hacer que desaparezca una rosa durante cinco años, se puede hacer con todo: con Badajoz entero, con El Corte Inglés, con Aqualia..., y además no pasaría nada. Porque ése es el drama del indigente, que desaparece y ni te molestas en preguntar por él, ni por el perro, que huido, termina como un sello de correos aplastado por un Ford Trains.

Hagamos desaparecer de nuestras mentes a Badajoz durante cinco años y rejuveneceremos.