Iba a ser uno más de los múltiples asesinatos sin resolver, perpetrado en el mundo de sombras medioriental, con todas las trazas de tratarse de una ejecución extrajudicial en las que el Mosad, el poderoso servicio secreto israelí, ha demostrado su maestría a lo largo de los años.

Por el contrario, el éxito táctico del asesinato del dirigente de Hamás Mahmud al Mabhouh el pasado 20 de enero en Dubái se ha convertido en un fracaso estratégico que ha abierto una crisis diplomática entre Israel y varias capitales europeas.

El Reino Unido, Irlanda, Francia y Alemania han visto cómo pasaportes de varios de sus ciudadanos han sido falseados o clonados para ser utilizados por el comando que perpetró el asesinato en un hotel del emirato. Los embajadores israelís en Londres y Dublín ya han desfilado por los respectivos ministerios de Exteriores para dar explicaciones. Naturalmente, los emisarios diplomáticos de Tel Aviv no aportaron dato alguno. En cuestiones de inteligencia, Israel nunca confirma ni niega. Su política en este sentido es la de la ambigüedad, como ha recordado el ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, y como la historia se encarga de confirmar. Desde que la larga mano del Mosad fue eliminando a militantes palestinos en respuesta al asalto a la delegación de Israel en los Juegos Olímpicos de Múnich, en 1972, que acabó con la muerte de 11 israelís, Tel Aviv ha respondido a los atentados terroristas palestinos con el asesinato selectivo de destacados dirigentes, como los del jeque Ahmed Yasin y de Abdel Aziz el Rantisi, fundador y máximo dirigente de Hamás, respectivamente.

Este conflicto diplomático entre Israel y varios países europeos se suma al que se desató con la Unión Europea a raíz de la orden de detención dictada el pasado mes de diciembre por un juez de Londres contra la exministra de Exteriores Tzipi Livni por su responsabilidad en la operación Plomo Fundido sobre Gaza un año antes, en diciembre del 2008.

Israel siempre ha tenido amigos en Europa, pero sus relaciones con estos países pasan por una etapa de desencuentros, con una UE cada vez más cansada de pagar la factura de los destrozos causados por la ocupación israelí de los territorios palestinos. El asesinato en Dubái y las revelaciones de la investigación policial perjudican asimismo las relaciones de Israel con uno de los países árabes moderados. Alguien tendría que decirle de una vez a Israel que no todo está permitido.