Hay cuestiones judiciales que, por desconocimiento o descontextualización, pueden parecer injustas para alguna de las partes. Hay causas que, con independencia del daño provocado por el culpable o los culpables, si no hay pruebas irrefutables contra él o contra ellos debe primar el principio de inocencia. Pero hay casos concretos, como el protagonizado por los cinco componentes de ‘la manada’, que directamente son indignantes. No es ya que el fallo judicial en abril fuera alarmante, es que a medida que transcurre el tiempo procesal de los procesados, todo es peor.

La sentencia, que cabe recordar condenó a los procesados por abuso sexual y no por agresión sexual al considerar los jueces que no existió intimidación, no me agradó. El voto particular del magistrado que pidió la libertad de los procesados al calificar de «jolgorio» el comportamiento de la víctima, directamente me dio asco y me generó una cierta sensación de repugnancia. Pero la argumentación leída y escuchada este viernes para sacar a los culpables de la cárcel bajo fianza de 6.000 euros me ha rebelado por completo.

Porque no es que los cinco protagonistas de los hechos no hayan cumplido al menos la mitad de la pena como procede en un asunto tan grave como este. No es siquiera que no se haya tenido en cuenta que tienen pendiente un causa similar en Pozoblanco y, en consecuencia, sean presuntamente reincidentes. Es que los jueces, aún siendo legal su resolución, han obrado de forma inusual. Y eso es lo que de verdad me mosquea. La práctica habitual, dice todo jurista al que se le pregunte, es que ante una sentencia de esta naturaleza, como la que ha recibido ‘la manada’ de 9 años y medio de prisión, los penados estén en la cárcel cuatro años y medio. Pero no ha sido el caso, digamos que se han visto ‘privilegiados’ por la justicia y eso es lo que provoca la reacción de la calle: que la gente considere que la justicia resulta un traje hecho a medida de quien se sienta en el banquillo y un descosido en este caso para la víctima.

¿Por qué se ha negado el tribunal a la excarcelación en tres ocasiones anteriores y ahora cambia de opinión una de las magistradas si no han variado los argumentos de peso puestos de relevancia anteriormente (riesgo de fuga y de reiteración delictiva)? ¿Cómo ahora hay menor peligro de que eludan la justicia que la vez anterior si en abril fueron condenados y por tanto actualmente tienen más motivos que antes para fugarse? ¿Que no hay reiteración delictiva? Pero si hay más que indicios de que los encausados abusaron de otra mujer anteriormente en Pozoblanco. ¿No han visto sus señorías el vídeo o las fotos que rulan por internet o se han difundido en todos los medios de comunicación? Terrible.

Lo peor de todo es ponerse en la piel de la víctima. Pensará, como otras tantas mujeres, para qué este calvario judicial. Para qué denunciar. Porque ahí radica una de las claves de todo este proceso. El que después de tanto trauma, la orden de alejamiento de ‘la manada’ de la comunidad de Madrid (lugar donde reside la joven) supone a la postre una cárcel para ella. En resumidas cuentas, que esta chica solo puede estar segura en Madrid mientras que ‘la manada’ puede deambular libremente por todo el territorio nacional. Increíble.

No creo que la generalidad del poder judicial sea patriarcal, entre otras razones porque cada vez son más las mujeres que inician y progresan en la judicatura, pero que hace falta avanzar en la concepción feminista de todo el sistema no me cabe ninguna duda. El machismo o micromachismo se halla en todas las esferas de nuestra sociedad y en los juzgados hay ocasiones en las que apesta. La justicia debe responder a las necesidades sociales y ello lleva aparejado aplicar las leyes que emanan del pueblo, pero también ejercer su poder sin interpretaciones u opiniones que indignen a buena parte de la ciudadanía.

Ya se sabe que las resoluciones judiciales no son vengativas ni tienen que satisfacer a todo el mundo por igual porque se trata de eso, de aplicar justicia, pero cuando la indignación es generalizada, los expertos juristas dicen que una resolución concreta resulta sorpresiva o inusual y los propios jueces tuercen el gesto en señal de extrañeza, algo pasa.

Solo habrá que esperar que los resortes del estado de derecho, la fiscalía y el resto de las partes, puedan recurrir el fallo y todo vuelva a su sitio. Esperanza para solventar este desatino.