WEw l descenso de seis décimas del índice de precios de consumo (IPC) del mes de julio no ha evitado que la inflación acumulada en el 2006 se mantenga solo tres décimas por debajo de la tasa del 2% calculada por el Banco Central Europeo (BCE) para todo el año. Ni ha impedido que la tasa interanual --de julio a julio-- se sitúe en el 4%, una de las más altas de la zona euro, una décima por encima de la registrada en julio del 2005. Todo lo cual se concreta en una evolución preocupante de los precios en España, donde los efectos de algunas debilidades estructurales apenas se corrigen en los meses en los que por tradición --julio es por antonomasia el de las rebajas-- se modera la inflación.

Mientras, en países como Francia y Alemania, con una dependencia energética exterior menor a la de España, la tasa interanual se mantiene por debajo de las previsiones del BCE. Pero esta no es la única gran diferencia: en estos países el turismo, la alimentación y el mercado inmobiliario, entre otros sectores, tienen un efecto limitado en el crecimiento de los precios, y en España son determinantes. Como lo es en alguna medida un crecimiento sostenido del Producto Interior Burto (PIB) por encima del 3%, superior a la media europea y muy influido todavía por el auge de la construcción. Nada hace prever que de aquí a diciembre cambien sustancialmente las coordenadas de la economía española, de forma que las revisiones de los salarios públicos y de las pensiones serán inevitables.