Esta semana hemos asistido a la comparecencia del creador de Facebook, Mark Zuckerberg, ante el Congreso y el Senado de los Estados Unidos. Una comparecencia que nos permite hacernos una idea de lo importante que son las redes sociales en nuestro mundo hoy en día.

Es curioso como la sensación al entrar en nuestras cuentas de Facebook o cualquier otra red social es una sensación de un gesto cotidiano, casi de familiaridad, como salir a nuestra calle y saludar a nuestros vecinos, como entrar en un bar y hablar con nuestros amigos, charlamos de nuestras cosas, de lo que nos interesa o de lo que no, estamos, leemos y escribimos pero parece que hablamos y escuchamos.

En esta paradoja de creer que estamos en casa, con la misma tranquilidad, pensamos que somos uno más, resulta que somos valiosos, valiosísimos para el mundo, esa información que ahí ofrecemos mueve el mundo.

En la actualidad política predominan dos palabras para elaborar la información, la realidad: la popularidad y el populismo.

Hemos pasado de considerar las redes sociales como una herramienta esencial para conseguir popularidad, ahí queda en el recuerdo la campaña de Barack Obama en el 2008 donde conquistó a nuevas generaciones que ya estaban instaladas en los nuevos medios, a la presunta filtración de datos de esta red social decisiva para la victoria de Trump y, por tanto, victoria decisiva para el populismo.

De la esencia de la popularidad, el contagio de la ilusión, de la identificación de nuevas corrientes comunicativas que indicaban la muestra del conocimiento de hacia donde se dirige el mundo o la sociedad, a la apropiación mediante relatos falseados, difusión de noticias mentirosas y la elaboración de lo que ahora se le denomina posverdad.

Una historia que cuenta lo que algunos quieren que creamos, y en el fondo, muy en el fondo y dependiendo de los cristales que uses para tus gafas, estará la verdad.

Cuántas palabras pomposas y tecnicismos para denominar que mientras cotilleas las fotos de la boda de la cuñada de tu primo del pueblo, hay quienes están usando tus datos para crear el relato que creen que quieres escuchar.

Obviamente el uso de las redes es y puede ser muy sano y adecuado para nuestro día a día, eso sí, con la necesaria regularización y control para que nuestros datos no sean usados, filtrados, ni manipulados.

De Obama a Trump, el mundo en medio de caos.