Dos consejeros del Gobierno catalán han explicado en el parlamento de esa comunidad las circunstancias que concurrieron en el incendio de Horta de Sant Joan, en el que murieron cinco bomberos. De las explicaciones dadas cabe deducir que la Administración pecó de ingenua, se precipitó al dar por bueno un primer informe de los agentes forestales --la caída de un rayo-- o hizo ambas cosas al mismo tiempo. Se situó, en todo caso, en abierta oposición con la percepción de los hechos que tuvieron desde un primer momento los habitantes del lugar. La hipótesis de un incendio fortuito, sin responsables, capaz de segar cinco vidas sin más causa que el mero infortunio --y no debido a la acción humana, como así fue--, pudo a la Administración.

Sin embargo, concluir, como lo hace la oposición para fundamentar sus peticiones de dimisión, de que hubo una voluntad de engaño por los responsables de Interior de la comunidad, resulta más aventurada. Ello no es óbice para considerar que las explicaciones ofrecidas por los consejeros no son suficientes, dejan huecos y, en cualquier caso, obligan a seguir investigando, porque algo falló en Horta de Sant Joan. Es preciso concretar qué y dotar a los bomberos de los medios y los mecanismos de control que exige una tarea de alto riesgo.