Maestro

M.C., de 37 años, murió asfixiada a manos de quien no pudo resistir la idea de no volver a convivir con ella en Dos Hermanas. Las iniciales de esta mujer se unen a las (hasta el viernes) 63 iniciales de otras tantas mujeres que, en lo que va de año, han perdido la vida a manos de quienes algún día les dijeron vida mía. Son 64 tragedias con nombre y apellidos conocidos, a pesar del empeño de la responsable del gobierno que pide que no se informe de los crímenes de mujeres, porque lo que no se conoce no existe. Su actitud es coherente con la máxima del gobierno Aznar de no informar a los ciudadanos de las cosas que no les interesa a ellos que sepamos y que pudieran resultarnos interesantes. Pero estas 64 iniciales de nombres y apellidos, unidas a las de todas las personas en las que efectivamente incide su muerte, podrían llenar varias páginas de un diario y sin embargo, desde hace unos meses a los/as responsables del Instituto de la Mujer no les parece importante poner al día la relación de víctimas y en su página web no aparecen todas las mujeres que a lo largo de este año han perdido su vida. Uno tiene la esperanza de que la causa sea la vergüenza que sienten ante la ineficacia de sus tan cacareadas medidas, que se quedan en eso: en cacareos convenientemente amplificados por los medios afines, pero luego la realidad es que muchas mujeres siguen denunciando y la atrofia judicial las devuelve a casa hasta el fatídico día en que el forense de turno certifica que ya no podrán denunciar y pasan a ser unas iniciales que conviven con el silencio y el temor de otras mujeres sin rostro que no se atreven a denunciar y que, a temporadas, desaparecen de su entorno más cercano esperando que las huellas del maltrato conocido como violencia de género no adornen su cuerpo.

Cataluña, vanguardia de tantas cosas y ejemplo a seguir en su vida política de bien ser y bien decir, de respeto, de trabajo serio y de visión de futuro, celebra sus elecciones y no hay candidatas. Enhorabuena a los vencedores. Me ha impresionado su gesto y no puedo por menos que manifestar mi respeto al compromiso del alcalde de Don Benito con sus vecinos y mi deseo de mejoría. Políticos así no abundan y son necesarios como referencia para quienes propenden a servirse de lo público como personal interpretación de la política como servicio. Claro ejemplo lo tenemos en el ex de Madrid, dado a la caridad y a las muestras de amor marital por cuenta del erario público. Absuelto. No sirve el argumento exculpatorio de la ausencia de normativa al respecto. Por encima de la norma debe estar siempre la ética. Por otros ámbitos judiciales tampoco está el horno para bollos. Que se lo pregunten a ese trabajador estupefacto en su silla de ruedas por un accidente derivado de la falta de seguridad en su trabajo. La responsabilidad se la imputa el juez a él y no a la empresa que le contrató. ¿Habrá sentado jurisprudencia esta sentencia? Por lo demás, la posibilidad de acceso de los ciudadanos al ayuntamiento y de contacto directo con los habitantes temporales de la casa consistorial va tendiendo a la utopía. Lo que debiera ser la casa de todos los cacereños, con sus puertas abiertas permanentemente, se asemeja cada día más a un aeropuerto yanqui. ¡Lástima!