A sus casi 82 años, Manuel Fraga está allanando el camino para optar por quinta vez a presidente de la Xunta en las elecciones gallegas que él mismo ha de convocar a más tardar en otoño del 2005. La decisión final aún no está tomada, pero Fraga ya ha anunciado que tendrá "fuerzas" mientras viva para defender a su patria chica y a su patria grande. Mariano Rajoy le ha arropado públicamente.

En España no hay leyes que establezcan límites de edad para ejercer un cargo de representación política. Ni siquiera el de presidente del Gobierno, que es el argumento en el que Fraga puede apoyar su decisión. Sólo algunos partidos, en nombre de la necesaria renovación generacional, limitan el número de mandatos de sus representantes en municipios y parlamentos. Pero el presidente de la Xunta parece querer batir récords de longevidad --sobre todo si incluye su etapa franquista-- en la Europa democrática, donde los políticos octogenarios ostentan otro tipo de cargos. Fraga decide continuar y no tardará en apelar a que es la voluntad de los gallegos. Sigue porque no busca o no encuentra sustituto en el PP y porque la cúpula popular, con Rajoy al frente, es incapaz de llevar la contraria al patrón.