TQtue tú sabes lo que tuve que soportar durante los meses después del accidente..." "Que ni su madre ni sus hermanas le cuidaron como yo le cuidé, ni estuvieron a su lado las horas que yo estuve. Y eso que íbamos a separarnos antes del accidente..." Me lo cuenta temblando, con la mano en su pómulo dolorido, con el corazón atravesado por un interrogante ácido que le quema el alma. "¿Por qué?" "¿Por qué tanto silencio, tanto desprecio, tantos alardes de algo que no entiendo? ¿Qué me quiere demostrar?" Me lo cuenta lejos de su casa junto a sus maletas y aprovechando que el pequeño Jaime está jugando en el patio de mi casa.

Nunca me pude imaginar cómo contrastan las luces navideñas y la música que invitan al calor hogareño y a la alegría, con las lágrimas de una mujer herida. Ha llegado en un autobús y busca dónde alojarse lejos de él, de su marido. "Se puso como una fiera por una tontería. La misma Nochebuena. Primero se sentó a la mesa en silencio como hace siempre, miró al niño, me miró a mí y dijo algo de asco y sobre la vida. Luego empezó a gritarme y me pegó"

Llora con temor, nos mira y sigue preguntando con sus ojos, mira a la calle y ve a su hijo ajeno a todo jugando con otros niños. "Me quiero morir. No tiene sentido mi vida". Y, lo peor de todo, es que no sé, no sabemos qué decirle. Si apostó su vida entera por ese amor, la ha perdido. Es la pura realidad y todo lo demás, todo lo que podamos decirle, es un intento piadoso de reconstruir algo que está roto para siempre. "¿Denunciarle? Sí... Pero, ¿y después? ¿Qué va a ocurrir después?" Habla de la soledad, de las horas que vendrán, del tiempo que nadie le ayudará a recuperar.

No habla del miedo. Habla de soledad.

*Dramaturgo y director del Consorcio

López de Ayala