El embajador de Argentina en España, Abel Posse, narraba ayer un encuentro histórico. Ese día del invierno de 1953 en el que Stalin, acompañado del canciller Vishinsky, recibió en el Kremlin al embajador argentino Leopoldo Bravo y le hizo una pregunta que un siglo después aún sigue sin respuesta: "Bueno, embajador, a ver, díganos qué es eso del peronismo".

Mientras el embajador se explicaba de forma prolija, Stalin dibujaba pequeños lobos en su cuaderno con un lápiz Caran D´Ache. Cuando "en la hoja ya no había espacio para más lobos", explica Posse, que ha tenido acceso a los resúmenes oficiales del encuentro y comentó sus detalles con Bravo en 1971, Stalin intentó resumir ("tal vez sin mucha ironía", apunta Posse): "Si lo he entendido bien, ustedes serían capitalistas, pero no tanto. Pero también socialistas, aunque casi nada. Llegan al poder por elecciones, pero no creen en la democracia burguesa...". "Eso --dijo Bravo--. Eso mismo".

"El peronismo, esa travesura internacional, esa insolencia suramericana...", concluye Posse.

En El País, Hermann Tertsch opina que el presidente peronista Néstor Kirchner "tiene una vocación populista considerablemente tosca". Aunque en el caso de la libertad de los torturadores de la dictadura militar, por lo menos sirve para romper "con la cruel impunidad de los verdugos impuesta a las víctimas y sus familiares". Pero, aún caliente el encontronazo de Kirchner, que se insolentó con un selecto club de empresarios españoles, Tertsch concluye que "la talla no es suya, sino del momento".