El renovado interés internacional por visitar Vandellós (Tarragona) se ha mezclado de manera abusiva con el final de la guerra en Irak. Hace tiempo que las principales potencias mundiales en investigación de Europa, Asia y Norteamérica acordaron sumar esfuerzos para impulsar el programa ITER (siglas inglesas de reactor experimental internacional de fusión nuclear), como una futura fuente inagotable y ecológica de obtener energía. Es sólo una vía abierta para obtener resultados a largo plazo, pero que cuenta con muchos millones de euros para impulsar un proyecto que aún no tiene sede. Vandell²s compite con Caradache (Francia) para ser la candidata única de la UE en la elección que debe hacer el consorcio internacional que financia el proyecto, donde también están EEUU, China, Rusia, Canadá y Japón. Es una inversión tan ambiciosa que se la equipara a la estación espacial internacional. La candidatura europea competirá con otras de Canadá y Japón. Sobran, por tanto, las expectativas desmesuradas que se han levantado a partir de la afinidad del Gobierno español con el de EEUU en política internacional. Y es lamentable que la candidatura española no parta de que tenemos buenos científicos.