Un nuevo reality show ha comenzado a emitirse por Antena 3. Se llama El marco, y en él se exhibe la vida de ocho parejas encerradas en 20 metros cuadrados donde, además, internet cobra un papel muy importante, con emisiones las 24 horas del día. Un espacio de telerrealidad innovador y pionero: los realitys de última generación. Ahora, las víctimas son los niños, que podrán tener acceso a la brutal y degradante exhibición de la intimidad de dos personas, también en horario nocturno. La desfachatez, la intromisión en la vida privada y la ironía déspota y patética son frecuentes. La Federación Internacional de Asociaciones de Telespectadores y Radioyentes asevera que las series acusadas de telebasura son "un cáncer cuya metástasis tiende a invadirlo todo". Es el caso del arreglo de la serie colombiana Sin tetas no hay paraíso, funesta y sin ningún valor, que se emitió en Tele 5. Una producción con todos los componentes de un culebrón mezquino donde la prostitución, los narcóticos, las venganzas y los contubernios se dan cita como eje central de una conspiración insoportable. Por otra parte, la cadena MTV emite un evento apodado Mover la cuna, con los retoños de afamados cantarines que anhelan emular a sus progenitores en un reality al estilo Operación Triunfo, o su adaptación estadounidense, American Idol. Una pandilla de árbitros los juzgarán cada semana y deliberarán si han emergido con los mismos genes de sus progenitores. Pero no se sentirán aislados, porque sus populares papás les ampararán en las galas. Hay que eliminar de las parrillas todas estas series violentas e insolentes. No podemos consentir que se produzca la aseveración de Lope de Vega: "Si el vulgo es necio, es justo hablarle en necio para darle gusto".

Clemente Ferrer **

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