Un padre de Móstoles, José Martín Roldán, cuyo hijo es enfermo mental, ha tenido que estar peleando meses para que el todopoderoso sitio de internet Youtube, que alberga millones de imágenes de todos los rincones del planeta y de los más diversos contenidos, retire un vídeo en el que el autor, todavía desconocido, se mofaba de su hijo. Ayer lo consiguió. Pero lo consiguió después de que su caso saltara a todos los medios de comunicación y la pelea de este hombre, un jubilado de 70 años aficionado a las nuevas tecnologías, fuera considerada, catapultada por el mismo internet, como la última versión de la historia de David y Goliat.

Algunas de las instancias de defensa de los ciudadanos, como el Defensor del Pueblo, la Fiscalía, o la Agencia de Protección de Datos, se mostraban ayer dispuestas a emprender todo tipo de acciones para que el padre y el hijo de Móstoles pudieran, por fin, dejar de ver el vídeo en la Red, pero esa disposición es nueva, porque hasta ayer José Martín, como ha dicho, "ha estado solo en esta guerra". Una ´guerra´, la de la difusión indiscriminada de contenidos que atentan a la dignidad de las personas, como es este el caso, o como la pretensión de vender un niño de la que se hizo eco este diario hace algunas semanas, una guerra, decimos, sobre la que los poderes públicos deben de actuar con premura para que no tengan que ser los ciudadanos, individualmente, los que emprendan una disputa desigual y muchas veces infructuosa contra gigantes de internet. Es preciso, por tanto, una regulación internacional para acabar con este tipo de nuevos y globales abusos.