Juan Fernando López Aguilar ha logrado un indiscutible éxito en Canarias pero no ha conseguido la mayoría absoluta que le permitiría no tener que contar con las otras fuerzas políticas para llegar a la presidencia de las islas. Aún así, el exministro de Justicia del PSOE "interpreta" que sus paisanos quieren que él y no Paulino Rivero les mande. Pero la decisión de los votantes tiene demasiados intérpretes y una sola partitura: quien no consigue la mayoría tiene que pactar porque así lo han decidido los electores. Otra cosa es que los principales partidos se pongan de acuerdo y lleguen a aceptar que gobierne la lista más votada. Pero Juan Fernando López Aguilar no quiere saber nada de otros acuerdos en otras autonomías donde ha pasado algo similar.

De momento no parece que las relaciones entre Coalición Canaria y el PSOE sean, ni siquiera, amables. Cuando se necesitan los votos ajenos no parece lo más prudente despreciar el resultado del contrario y decir que se ha hundido, que ha desaparecido y otras lindezas. No se ha quedado atrás Rivero, su posible "socio", quien asegura que es muy difícil llevarse bien con el exministro socialista y que incluso ha intentado comprar los apoyos de algunos miembros de su coalición.

Pero la tendencia a interpretar los votos inunda también al Partido Popular. Su victoria por doblete en Madrid es analizada como el apoyo a su labor de oposición con la lucha antiterrorista como argumento. Su ejecutiva nacional, tras felicitar efusivamente a sus ganadores, volvió a la vieja cantinela de la cesión de ANV, a las acusaciones de que el Gobierno ha propiciado la llegada de ETA/Batasuna a los ayuntamientos... Nos esperan unos meses finos.

Aún así, como el poder es muy tentador y su pérdida irreparable, los socios del PP en Navarra, es decir UPN, han ofrecido a los socialistas la vicepresidencia y varias consejerías. Hace solo unos días el imaginar, en el mismo gobierno, a quien ha denunciado que el PSOE quería utilizar Navarra como moneda de cambio y al acusado de pretender la entrega de la Comunidad Foral a cambio de la paz, hubiera sonado a chiste. Pero la política hace a veces esas extrañas piruetas y hay quien interpreta que sus votantes preferirían que pactara incluso con el "diablo" antes que perder el sillón.