El presidente del Parlamento catalán y los órganos de gobierno de la Cámara hicieron pública ayer una declaración a raíz de la publicación la semana pasada de dos SMS en uno de los cuales el consejero Joan Saura calificaba de "tostón" el discuso de José Montilla y en el otro el diputado del PP Daniel Sirera decía que su partido era "una mierda". La declaración tiene una parte positiva y otra discutible. Es de buen sentido no tomar represalias contra los medios que publicaron los mensajes, pero es dudoso que ese acto se pueda calificar de "reprobable" sin más matices. Está fuera de cualquier duda que no se deben publicar mensajes que afectan a la vida privada de los diputados, aunque se capten con un teleobjetivo. Pero si lo que queda impresionado en una foto es una opinión política y se ha obtenido por medios lícitos en un lugar público, como es un hemiciclo parlamentario, no hay razones para impedir que se haga público. Otra cosa sería que para lograr la imagen se recurriera al engaño o a procedimientos ilegales. Pero no es el caso. El presidente del Parlamento catalán hizo al leer la declaración una comparación desafortunada, al decir que igual que a un periodista no se le puede quitar la grabadora, tampoco se puede arrebatar los móviles a los diputados. Los fotógrafos que tomaron las imágenes no arrebataron nada y se limitaron a captar la instantánea.