Diputada del PP al Congreso por Cáceres

Es vergonzoso que el señor Ibarra minimizase el Día de Extremadura la gravedad de los incendios y acusase de catastrofistas a quienes denuncian la realidad, instando a los extremeños a la sumisión, al silencio, al sometimiento. No se entiende que no deje que se alcen las voces de los afectados pidiendo prevención, ayudas, soluciones.

Se han quemado 44.000 hectáreas, se han perdido millones de euros; los agricultores han visto quemarse sus olivos, sus cerezos; los ganaderos sus ganados, sus pastos, su pienso, su heno y su montanera; los apicultores sus colmenas y los lugares donde instalarlas; los agentes de turismo rural han perdido las reservas de sus clientes y su entorno ambiental. Esto supone para muchos de ellos los ahorros y la dedicación de toda una vida.

Se han destruido miles de hectáreas de bosque, de monte, de riqueza ecológica y medioambiental y se han contaminado las aguas. Y lo más grave, han ardido casas. O ¿es que el señor Ibarra no ha visto las casas quemadas de Jola? Por cierto, los vecinos de una de esas casas quemadas llevan más de un mes esperando la reparación de su hogar y sin recibir ningún tipo de ayuda.

Y el señor Ibarra dice que es catastrofista denunciar esta realidad. Yo le digo que lo que no es digno ni honrado es esconder la cabeza debajo del ala y ocultar los hechos.

Porque, ¿qué hubiera pasado si la Xunta de Galicia y los gallegos se hubieran callado con el chapapote para no hacer catastrofismos y hubiesen ocultado al resto de los españoles y al mundo que sus costas y playas estaban sucias y contaminadas para que el turismo siguiera acudiendo? Si hubieran hecho esto no se hubieran empleado recursos y ayudas para limpiar el litoral. Las costas seguirían negras, el turismo hubiera huido y la población pesquera estaría arruinada. Ocultar la realidad en Extremadura supone engañarse a uno mismo y engañar a los extremeños y españoles. Y sobre todo supone más de lo mismo: no prevención, no ayudas, no soluciones, en definitiva, más fuegos. Señor Ibarra, engañarse no sirve para nada. Es el momento de coger el toro por los cuernos y afrontar los hechos. Un político de talla, un político serio, un político valiente hubiera aprovechado el Día de Extremadura para trasladar a los extremeños su profunda preocupación por la gravedad de los incendios acaecidos este verano y los enormes daños causados por los mismos. Hubiera reconocido la insuficiencia y el fracaso de las políticas de medio ambiente y prevención llevadas a cabo por parte de la Junta para prevenir y apagar incendios y hubiere anunciado su firme propósito y su compromiso de modificarlas y hacerlas eficaces para que desastres como éste no vuelvan a ocurrir. Se hubiera comprometido a hacer llegar ayudas a los afectados lo antes posible y a pedir al Gobierno central el máximo apoyo posible ante la magnitud de los daños.

Este invierno toca hacer lo que debería haberse hecho en los últimos años, ya que la política de prevención corresponde enteramente a la Junta: permitir la realización de cortafuegos, promover la limpieza de bosques y maleza, apoyar las quemas controladas y las actuaciones eficaces de propietarios y agricultores en vez de entorpecerlas. Ha llegado la hora de realizar una gestión responsable de los inmensos recursos medioambientales y agrícolas de nuestra región, y no una gestión ineficaz en virtud de un ecologismo mal entendido, como se ha hecho hasta ahora.

Eso es lo que yo haría. Eso es lo que los extremeños esperan. Eso es lo que Extremadura y los extremeños se merecen. Hágalo señor Ibarra.