Dramaturgo

Está visto que nuestro sentido del humor ha descendido casi como el nivel de producción de espermatozoides, el número de fumadores y los talleres donde cogían puntos de medias. Es peligroso hacer chistes y según algún graciosito famoso es muy peligroso contar chistes. Lo del graciosito tiene castañas porque se gana la vida lanzando gracietas por la radio todas las tardes, gracietas basadas, en ocasiones, en putadas que hace la vida a ciudadanos y ciudadanas corrientes y molientes. Que a un señor se le cayera el pelo después de chocar con siete automóviles, fue como para arrancar los micrófonos con las carcajadas del graciosito , pero cuando uno de Cuenca quiso contar el chiste de la vaca , a poco lo expulsan de España y de sus ondas.

La ironía, aquel arte que hizo de Quevedo un genio, lo tiene peor porque en la lista de descenso de producción hay que colocar el descenso de los niveles de inteligencia y la ironía sin inteligencia es solamente un desfile de bocas abiertas y babas de bobos. La ironía casi ha desaparecido de España y los que osen utilizarla corren el peligro de ser apuñalados por la navaja celtibérica, cerrilona, cejijunta, cenutria y cetrina.

La ironía (la sátira está prohibida por el BOE) crea individuos mosqueados, miradas torvas, peticiones de explicaciones y odios africanos. Si uno dice en una televisión local, por ejemplo, que si los inteligentes se apartasen de la política, podemos vernos gobernados por los tontos, que es una ironía más, puede enterarse del número de enemigos que tiene Badajoz, del número de tontos dispuestos a gobernarnos y de cómo ha descendido la producción de espermatozoides.