Superadas las emociones de la noche electoral y la resaca posterior, Pedro Sánchez ha empezado a tomar sus primeras decisiones como nuevo secretario general del PSOE. Así, José Luis Ábalos ha sido nombrado de forma interina nuevo portavoz del grupo socialista en el Congreso a la espera del congreso que se celebrará del 16 al 18 de junio. Ábalos sustituye a Antonio Hernando, que dimitió en cuanto se oficializó la victoria de Sánchez en las primarias socialistas. Sánchez también ha reiterado su promesa electoral de que no habrá barones territoriales en la nueva ejecutiva.

Los primeros pasos de Sánchez al frente del partido apuestan por apaciguar los ánimos. La rotundidad de su victoria da al nuevo secretario general legitimidad y al mismo tiempo margen para no ceder a la tentación de vendettas políticas que no harían más que dificultar un proceso de cauterización de las heridas que ya es de por sí bastante complicado ante el inminente congreso federal. La actitud de los barones, encabezados por la gran perdedora de las primarias, Susana Díaz, también pasa por el momento por aceptar el veredicto de las urnas y dar tiempo a Sánchez a que plasme en hechos su discurso de unidad.

El ganador de las primarias necesita esta tregua interna porque, fuera del PSOE, la actividad política no cesa. La moción de censura de Podemos contra Mariano Rajoy -quien, por cierto, ha tenido el feo detalle de no haber felicitado aún a Sánchez- obliga al nuevo líder socialista a tomar decisiones de calado muy pronto, ya que el 13 de junio se debatirá la iniciativa. Sánchez ya ha anunciado que no apoyará la moción de Pablo Iglesias, y este ayer pidió al PSOE una abstención como gesto de distensión entre ambos partidos. Dado que la moción está condenada al fracaso, la propuesta de Iglesias quita presión a Sánchez. El objetivo común de la izquierda debe ser la oposición al Gobierno de Rajoy, y no enfrascarse en estériles batallas para dejar en evidencia al otro partido para hacerse con la hegemonía de su espacio político.

A pesar de que los precedentes no son halagüeños, la victoria de Sánchez abre un espacio de acuerdo entre PSOE y Podemos si ambos partidos no pierden de vista cuál es el adversario común. Un enfrentamiento a las primeras de cambio por una moción simbólica no parece la mejor opción.