En EL PERIODICO se vienen publicando opiniones sobre el torero cacereño Jairo Miguel, por personas que no tienen ni idea de lo que es el mundo del toro, pues cuando a un chaval con diez o doce años le entra la fiebre de ser torero, no existe en el mundo ninguna fuerza humana que pueda impedirle su sueño, por eso se tienen que marchar a otros países donde le permitan curtirse delante del toro, para poder ser torero, (no olvidemos que el toreo se aprende en la cara del toro) y si no alguien se imagina que toreros como Ponce, José Tomás, El Juli, Espartaco, Jesulín de Ubrique, y tantos otros empezaron a torear con 16 años, o José Gómez Ortega (Gallito) que con 13 años ya era figura del toreo, llegando a debutar en Madrid con esa edad, matando él solo una corrida de Clemente Tassara? Pero como en España existe una ley absurda que impide a los menores de 16 años el poder torear, y sin embargo permite que chavales con trece o catorce años participen en campeonatos de motociclismo, donde cogen velocidades de hasta 200 kilómetros hora, o de practicar deportes violentos donde se pone en peligro su integridad física, o de actuar en platós de televisión y en escenarios cobrando, lo que no hacen hoy en día los novilleros, que si quieren torear tienen ellos que pagar y a los que destacan le pagan como mucho los gastos. Por tanto cómo se puede aseverar de forma gratuita que Jairo trabaja de forma remunerada, pues ni su actividad es un trabajo, ni lo hace de forma regular todos los días, ya que se pasa semanas sin torear y a lo sumo lo hace los domingos, por lo que el resto del tiempo lo dedica a estudiar, y no como han afirmado algunos de que no está escolarizado, pues el que no esté escolarizado en Cáceres, no quiere decir que no esté estudiando en otro sitio. Por tanto la conclusión que saco es de que algunos no quieren que Jairo sea torero, por eso le ponen tantas pegas, pero tranquilos que Jairo será figura del toreo antes de dos años, porque reúne todas las condiciones de arte, valor, técnica, inteligencia, elegancia, facultades físicas, y una afición desmedida heredada de su padre, es una de esas personas que su único destino es ser torero.

Manuel Brías Martínez **

Cáceres