No sorprende que a la policía madrileña se le vaya la mano con los ciudadanos estando de delegado del Gobierno Francisco Javier Ansuátegui Gárate (Elgoibar, Guipúzcoa, 23-10-1937). El ministro del Interior hubo de explicar hace poco en el Congreso los excesos policiales en la manifestación contra la guerra de Irak. Ya Mayor Oreja y Rajoy admitieron acciones desproporcionadas de la policía de Madrid con Ansuátegui en el cargo. ¿Por qué sigue, pese a la impopularidad y al altísimo nivel de delincuencia? Lo ha dicho el socialista Juan Barranco: "Ansuátegui tiene un pasado de falangista valeroso". Quizá ése sea un mérito para continuar de delegado del Gobierno. Ya fue gobernador con UCD en Alava, Córdoba y Navarra, en donde dejó su impronta de franquista romántico y fan juvenil de Primo de Rivera. El orden público le obsesiona y dice cosas así: "El hombre es violento por naturaleza; somos personas, pero también animales". Ocurre que su vara de reprimir varía. Cuando el año pasado se le recriminó que la policía tardó en neutralizar a los ultrasur madridistas que agredían a fotoperiodistas, replicó: "Lo que la policía no puede hacer es ser la primera en cargar. Hay que serenar los ánimos". Lástima que la serenidad escasee ante manifestantes contra la guerra; a favor de la abolición de la deuda externa; de la gratuidad de las autopistas, del euskera...