Intentó trasladar a la cosa pública sus artes de profesor universitario, sereno y riguroso, pero no cosechó el éxito que merecía. Después de cuatro años en primera línea política, Francisco Javier Pizarro Gómez (Cáceres, 1954) abandona la vida municipal cacereña, a la que accedió en 1999 como número dos de la candidatura socialista que lideró sin pena ni gloria Victoriano Roncero, para recluirse en las trincheras académicas. Hace escasos días, la Real Academia de Extremadura acaba de elegirle académico de número, ocupando la vacante del fallecido escritor Pedro de Lorenzo.

Pizarro estudió Filosofía y Letras en las universidades de Sevilla y de Extremadura, doctorándose en Historia del Arte en 1983 en la Uex, donde es profesor titular del citado departamento desde 1986. Entre otros cargos, ha ostentado los de director de la revista Norba-Arte y del Inventario del Patrimonio Artístico de la Iglesia en Extremadura. Desde 1993 es director adjunto del Centro Extremeño de Estudios y Cooperación con Iberoamérica (Cexeci) y entre el 94 y el 99 fue presidente de la Sociedad Española de Estudios Emblemáticos. Actualmente, es académico de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Madrid y miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte.

Su producción literaria es vasta. Es autor o coautor de una veintena de libros, entre los que destacan los de arquitectura, urbanismo y bellas artes. Con este bagaje, no extraña que le siente mejor el sillón del palacio trujillano de Lorenzana que el de plenos del consistorio cacereño.