Pocos deportistas extranjeros que hayan militado en clubs extremeños habrán sido tan carismáticos como Jiri Okac (Brno, 1963). El pívot checo fue la imagen triunfadora de aquel Cáceres CB que logró el impensable ascenso a la Liga ACB el 10 de mayo del 92, en plena vorágine del V Centenario del descubrimiento de América. Cáceres descubrió en él a un tipo sonriente, luchador y humilde en la cancha, claves de aquella gesta deportiva. Ha pasado mucho tiempo desde entonces hasta ahora y ayer, un día después del 28 de diciembre --no fue una inocentada, sino muy cierto--, que el club en el que se sintió más feliz anunciara su vuelta. 40 años contemplan al ´gigante de Brno , un tipo al que en su Chequia natal le consideran como una estrella mediática --también en la prensa rosa--- y al que el Cáceres recupera por la amistad con Ñete Bohigas, su valedor ahora y que lo fue antes en el Plasencia, donde jugó el pasado año con notable rendimiento. Jiri llega para disfrutar y ya sabe que ´su´ club lo tiene mal incluso para pagarle, pero lo hace creyendo que, de nuevo, será útil. En tiempos de crisis, el pívot aparece como alguien rescatado del romanticismo deportivo más absoluto. ¿Hay algo mejor que esto en el deporte profesional? O, quizá, ¿Hay algo? Jiri, vuélvete a perder por la ciudad monumental, ésa que ahora aspira a ser capital cultural, y apoya su candidatura.