José Tomás ha logrado conmover no solo a los taurinos con la gravísima cogida sufrida en México, sino a todos los que admiran su peligrosa inclinación a vivir en el filo de la navaja. Hasta las circunstancias ajenas a él, como el que tuvieran que ser los aficionados los que donaran sangre para transfundírsela, contribuyen a la aureola de dramatismo que le acompaña.