En un abrir y cerrar de ojos, Extremadura se ha quedado sin su más alta representación en los despachos de la élite deportiva nacional. Juan Espino , como quien dice hasta hace una semana vicepresidente, ha salido sin hacer demasiado ruido de la Federación Española de Fútbol. El motivo, lógico, parece ser la presión y la falta de entendimiento con el presidente Angel María Villar , a raíz de una querella interpuesta por presuntas irregularidades económicas en los viajes y en el reparto de las subvenciones territoriales, en la que ambos han resultado imputados. Espino , cuentan, no soportaba más la arrogancia de Villar , presidente que siempre le ignoró, y no quería ser el responsable de todo lo que está ocurriendo en la federación. Parece que el de Almendralejo abandona el barco en buen momento y a tiempo.

Habitar en el difícilmente gobernable mundo de la imaginación. Allí parece instalarse el Ministerio de Fomento cuando divulga a bombo y platillo la licitación de dos contratos de consultoría y asistencia técnica para la redacción del proyecto básico (es textual, según nota difundida ayer) del corredor de alta velocidad de Extremadura. El departamento de Alvarez Cascos , por lo que se ve, no repara en faxes.