TNto se me olvida lo que desde pequeño oía con frecuencia en mi pueblo: Dios me libre del día de las alabanzas . Ahora, la lluvia de homenajes va para el fallecido Karol Wojtyla , Juan Pablo II, del que muy pocos se atreven a poner objecciones. No hay que negar los valores de este religioso polaco, venido a Occidente desde un mundo amordazado; su coraje en el discurso social, especialmente en los primeros tiempos. Pero se echó, cada vez más, en brazos del integrismo que combatió a los movimientos religiosos liberadores, arropando a los más inmovilistas de la Curia romana y el Opus Dei. Se enrroscó en la misoginia y en la intransigencia para con la homosexualidad o la planificación familiar y hasta el profiláctico preservativo. Fue progresivamente reduccionista, con un discurso occidentalista, excluyente de otras mentalidades. No aplicó su crítica al imperialismo capitalista, tan agresor y violador de los derechos y libertades de los pueblos, como hizo con el marxismo, al que sí anatemizó sin descanso, mas sin contrapartidas. Su presencia pastoral se convirtió en presencia-espectáculo, rozando el simplicismo y lo publicitario, con su vacío acrítico. Pónganse en la balanza estas acotaciones, no todo ha de ser confirmación de los refranes.

*Historiador y concejal socialistaen el Ayuntamiento de Badajoz