No comprendo a los responsables políticos e instituciones que, apelando a las razones demográficas, nos amenazan con el retraso de la edad de jubilación como medida imprescindible para garantizar el futuro de las pensiones. Tampoco creo que la solución para garantizar las pensiones futuras tenga que pasar necesariamente por alargar a todo el mundo la edad de jubilación.

Es evidente que, ni todos los trabajos son igual de penosos; ni todo el mundo tendrá una salud excelente para continuar trabajando; ni siquiera todo el mundo estará interesado en cobrar el máximo de pensión a cambio de más años de trabajo. Por tanto, entiendo que lo más razonable sería ofrecer la posibilidad de jubilarse a la carta. Es decir, establecer unos baremos que contemplen las circunstancias de penosidad laboral, salud del trabajador y años cotizados y, luego, que cada uno tome la decisión de jubilarse cuando le apetezca y cuando más esté en consonancia con sus intereses, sin que eso signifique falta de rigor.

Por otra parte, ¿qué sentido tendría alargar la edad de jubilación cuando el trabajo es un bien escaso y el índice de paro altísimo entre la población joven? Creo que deberíamos abandonar la idea de que sean únicamente las cotizaciones de los trabajadores en activo los que paguen las pensiones de los jubilados. Pues, de todos modos, si los jóvenes, por diferentes razones, cada vez tardan más en incorporarse al trabajo y los jubilados cada vez viven más tiempo, el Estado no tendrá otro remedio que buscar otros recursos alternativos a las cotizaciones que nos garanticen a todos unas jubilaciones dignas.

Pedro Serrano Martínez **

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